Aunque un poco misántropo, todavía no soy lo bastante indiferente a la opinión y a la simpatía de "mis lectores" como para no inquietarme por el juicio que ellos harán sobre este Libro. Temo que después de haberlo terminado, se digan: "¿Cual ha sido la función de este ser extraño en el mundo ¿Que nos ha enseñado? No es más que un acróbata, un exaltado, un neurótico, un solitario, o pero todavía un panteísta. Es como un sonámbulo que ha pasado por todas partes , sobre la nieve, la arena, los ríos de los dos mundos, sobre los mares más lejanos... Ha pisoteado casi todas las plantas conocidas y desconocidas, sin recoger ni una sola, sin ni siquiera reconocerlas. En cuanto a las rocas, él ha hecho de ellas su mesa, su almohada, su hogar y nada más. Enamorado exclusivamente de lo bello, no ha visto otra cosa en la naturaleza, que, por otra parte lo ha embrujado. La ciencia nada le debe , pues no ha analizado ni descubierto nada. Su carácter y sus ideas han tomado la consistencia y la movilidad de las nubes con las cuales su vida ha transcurrido en una especie de sueño; ahora bien, los soñadores son inútiles, por no decir dañinos". He aquí sin duda lo que se dirá de mi, tal vez con razón... Por desgracia, no lo siento demasiado, no soy como el resto de los hombres, y siempre que desciendo entre ellos, me digo, como Ovidio, exiliado a la tierra de los escitas: Barbarus hic ego sum, quia no intelligor Illis. ¡Mea culpa! Pero lo que me consuela, sin necesidad de excusarme, es que el mundo, por muy realista que sea, está lleno de almas entusiastas y virginales que prefieren la naturaleza a la ciencia, y que quizá encontraran algún interés en las aventuras y en los caprichos de un simple turista. HENRY RUSSELL 1834-1909 (Recuerdos de un montañero)