JOSE RAMON LUEJE
Explorador, divulgador, poeta de la montaña, articulista en diarios, autor de varios libros y mapas, pero sobre todo un verdadero apasionado de la montaña y un excelente fotógrafo que, con su cámara, supo plasmar como nadie la vida en la Cordillera Cantábrica. No se conformó con admirar los maravillosos paisajes que visitaba. Sintió la necesidad de recogerlos en su vieja Contax para poder mostrarlos y compartirlos con los demás. Así dejó un legado de más de 15.000 fotografías que, gracias a su sabiduría, meticulosidad y constancia, hoy podemos admirar. Lo que podeis contemplar, por tanto, no es más que una pequeña parte de su extensa obra.
“Montañero –escribió- no es solamente el que vence la montaña. también lo es, y muy relevante, el que la siente, la admira y la contempla”.
En estas sencillas frases está resumida toda su manera de entender y vivir la montaña. Supo, además, transmitir como nadie las emociones que provoca el contacto, el disfrute y la conquista de la montaña.
Es de justicia decir que a él se debe el mayor conocimiento que hoy se tiene de la montaña cantábrica. Sus notas y apuntes, sus metódicos trabajos de campo, sus descripciones y croquis, son documentos impagables que nos dejó. Sus fotografías son, además, un valioso testimonio visual que muestra, al desnudo, la vida tradicional en las comunidades de nuestros territorios.
Conocedor como nadie antes de toda la montaña cantábrica no ocultó su predilección por el Mazizo del Cornión, al que dedicó un libro, y también por los sólidos relieves de nuestro cercano Mampodre. No debemos obviar las tremendas dificultades que encontraba Jose Ramón ante la falta de transporte. Desde Gijón, donde vivía, debía desplazarse en todo tipo de medios: trenes, autocares, camiones de carga, caballerías, carros de bueyes y hasta en el camión de la leche, como él mismo cuenta. Cuando tuvo coche, todo fue un poco más fácil. El no conducía y contrató los servicios de un chófer.
“Montañero –escribió- no es solamente el que vence la montaña. también lo es, y muy relevante, el que la siente, la admira y la contempla”.
En estas sencillas frases está resumida toda su manera de entender y vivir la montaña. Supo, además, transmitir como nadie las emociones que provoca el contacto, el disfrute y la conquista de la montaña.
Es de justicia decir que a él se debe el mayor conocimiento que hoy se tiene de la montaña cantábrica. Sus notas y apuntes, sus metódicos trabajos de campo, sus descripciones y croquis, son documentos impagables que nos dejó. Sus fotografías son, además, un valioso testimonio visual que muestra, al desnudo, la vida tradicional en las comunidades de nuestros territorios.
Conocedor como nadie antes de toda la montaña cantábrica no ocultó su predilección por el Mazizo del Cornión, al que dedicó un libro, y también por los sólidos relieves de nuestro cercano Mampodre. No debemos obviar las tremendas dificultades que encontraba Jose Ramón ante la falta de transporte. Desde Gijón, donde vivía, debía desplazarse en todo tipo de medios: trenes, autocares, camiones de carga, caballerías, carros de bueyes y hasta en el camión de la leche, como él mismo cuenta. Cuando tuvo coche, todo fue un poco más fácil. El no conducía y contrató los servicios de un chófer.